jueves, 2 de julio de 2020

Génesis/Bere’shit (18) Judá y Benjamín.

 José prueba a sus hermanos | Historia bíblica
Génesis/Bere’shit (18)
Judá y Benjamín.

En una entrega anterior dije que los doce hijos de Yaäqob conformaron dos clanes: el de Le’ah con sus seis hijos, cuya cabeza fue Judá, aunque era el cuarto; y el de Rajhel dirigido por José, compuesto por su hermano Benjamín y los cuatro hijos de las siervas (Génesis 37:2).
También dije que Efraim, como hijo de José encabezó las diez tribus del norte, en tanto que Judá las dos del sur, que incluyó a Benjamín. Es que desde los días del patriarca se estableció una relación interesante entre estos dos hermanos, pues Judá se comprometió con su padre a responder por la seguridad de Benjamín en el viaje que debieron realizar a Egipto para la adquisición de alimentos.
Judá realizó una magistral defensa a favor de Benjamín, quien resultó un “delincuente” al ser sorprendido con la copa de José en sus pertenencias; hasta se ofreció a quedarse en su lugar como esclavo, con tal y exoneraran de culpa al hermano, y pudiera regresar a casa del padre.
Al repartirse la tierra prometida entre las tribus de Israel, “coincidió” que los territorios de Judá y Benjamín quedaron de vecinos (Josué 18:11). Y cuando David quiso establecer su capital, escogió a Jerusalem, que estaba en los límites entre Judá y Benjamín; pero más de esta que de aquella.
Es interesante que, aunque el cetro (autoridad como rey), Yaäqob lo había profetizado para Judá (Génesis 49:10), el primer rey de Israel resultó un descendiente de la tribu de Benjamín, Sha’úl Ben-Qis (1º de Samuel 9:1,2, 15-17; 10:20-24).
Finalmente, fue un benjaminita, Mardoqueo con su sobrina Ester, quien salvó al pueblo judío de ser exterminado por el decreto del malvado Amán, evento registrado en el libro de Ester; y que se perpetúa con la celebración de la Fiesta de Purim.
Lo dicho demuestra que, a pesar de venir de cuatro madres diferentes, Israel como pueblo y nación ha sabido estar unido, ahora esperando la manifestación del Mesías para ser nuevamente una sola nación como en los días de David, simbolizado en el escudo de la nación con las dos ramas que representan las dos casas: Israel (las diez tribus del norte) y Judá (las dos del sur, con Benjamín incluido).

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