Apocalipsis (5)
El Día del Señor.
El Día del Señor.
En el capítulo uno, versículo diez encontramos: “Yo estaba en el espíritu en el día del Señor…” RVR, hay versiones que dicen el domingo; y es lo que dice la mayoría de los comentaristas. O sea, interpretan que el visionario de Patmos al decir día del Señor, se está refiriendo a un día que fue establecido alrededor de doscientos años después por Constantino en el concilio de Nicea.
No se da apoyo bíblico o escritural para confirmar que el día del Señor es el domingo, sino que olímpicamente lo establecen, y dan por sentado, cuando ahí no se está refiriendo a ese tipo de día, sino al del juicio del Eterno.
Sin embargo, pensando en un día semanal, al único que se le llama día del Señor es al sábado. Veamos lo que dice Isaías 58:13 “Si retrajeres del sábado tu pie de hacer tu voluntad en MI día santo, y lo llamares delicia, santo, glorioso DEL Eterno; y lo venerares, no andando en tus propios caminos, ni buscando tu voluntad, ni hablando tus propias palabras”. Di-os aquí llama al sábado Su día, y ordena llamarlo santo y venerarlo, para nada menciona el domingo.
Del mismo tenor es Ezequiel 20:12 “Les di también Mis sábados… para que sepan que soy el Señor que los santifico”.
A mis amigos lectores les recomiendo buscarse un Nuevo Testamento
griego, para que vean cómo los traductores han engañado al pueblo, pues
donde escribieron primer día de la semana (domingo), en ese idioma (el
grieto) dice es sábado; las letras griegas son bien parecidas a las del
castellano, de manera que si podrán leer. Gracias.
El Día del Señor (2)
En la entrega anterior indiqué que esta frase, aunque quisiera aplicarse a un día de la semana, JAMÁS es para referirse al domingo, pues al único día que el Señor llama suyo es al séptimo o Sábado. Creo que el visionario de Patmos se está refiriendo es a un día específico cuando el Eterno se manifestará mediante Sus juicios.
Casi todos los profetas al hablar del Día del Señor se refieren a uno cuando Él manifiesta Sus juicios, ver Isaías 2:12 y siguiente; 13:6; Ezequiel 30:3; Joel 1:15; 2:11; Abdías 15; Amós 5:18, entre muchos que hablan de “ese” día.
Escribí con comillas ese, en el párrafo anterior, porque en la mente de los profetas no hay un día, sino que cada vez que el Eterno interviene directamente en la historia, ese es un día del Señor. Por ejemplo, cuando el imperio asirio dispersó a Israel, las diez tribus del norte, ese fue un Día del Señor. Cuando Nabucodonosor destruyó Jerusalem, y con ello el santo templo y llevó en cautividad a los judíos, ese fue un Día del Señor.
Por eso es que Amós dice: “¡Ay de los que desean el día del Señor! ¿Para qué queréis este día del Señor? Será de tinieblas, y no de luz” (5:18), pues los israelitas lo deseaban para ver cómo sus enemigos eran sometidos por el Eterno; pero, dice el profeta, mientras no obedezcan Su voz, el día será de juicio.
Aclaro, para no ser mal interpretado, y me vayan a caer a leña mis amigos que me leen para ver mis errores, que no estoy diciendo que no habrá UN día cuando definitivamente el Eterno haga irrupción para poner fin al presente estado de cosas y establecer Su reino; así redimirá la naturaleza que hasta ahora está en espera de la manifestación de los hijos de Di-os (Romanos 8:19).
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