El Concilio de Nicea
En la presentación anterior hablé del Concilio
de Jerusalem realizado más o menos por el año cincuenta de la era común;
ahora me voy a referir al de Nicea, celebrado del 20 de mayo al 19 de
junio de 325, en aquella ciudad, convocado por el emperador Constantino.Es interesante ese hecho, porque hasta ese momento dicho emperador no había realizado su conversión formal al cristianismo; sin embargo, convocó y dirigió tal concilio, y no alguno de los obispos de las grandes diócesis, vale decir Jerualem, Alejandría, Antioquía o Roma, bueno, el de esta última ciudad no pudo asistir debido a su edad. Vale decir, un concilio que marcó pauta en el cristianismo fue dirigido por alguien que religiosamente no estaba calificado para ello, además, acusado de uxoricidio y filicidio; pero…
En realidad a Constantino le convenía tal convocatoria para poder poner de su parte al grupo religioso extendido por todo el imperio para darle cohesión, pues desde hacía años la unidad del mismo estaba en peligro, de hecho Constantino derrotó a Majensio en la famosa batalla del Puente Milvio y se impuso como autoridad suprema (emperador) del imperio Romano.
Entre varias de las trascendentales decisiones que Constantino logró imponer para la cristiandad destacan:
1. La condena de Arrio y sus seguidores. La historia oficial y posterior de la iglesia católica habla de la herejía arriana.
2. Decretó que Cristo era Dios, interesante, no porque la Biblia lo enseñara, sino por decreto.
3. El cambio del día de reposo del sábado para domingo.
4. La fecha para la celebración de la “semana santa”, antes de esto la fecha era establecida por consulta de los principales obispos a las autoridades judías para Pésajh, pues hasta ese momento se era consciente de que los eventos fueron en la misma temporada.
El argumento para el cambio de los puntos tres y cuatro, en palabras del mismo Constantino fue: “para no parecernos en nada a los cochinos judíos”. Hoy los teólogos cristianos tienen “argumentos” bíblicos para justificar el cambio.
Desde entonces la cristiandad ha sido dirigida por Roma. En mi caso, salí de Babilonia (Roma) y me subordino a Jerusalem, ciudad donde el Creador se dignó poner Su Nombre y desde donde reinará por medio de Su Mesías.
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