El Ayuno (2)
Isaías 58
En la presentación anterior indiqué que la Torah no menciona el ayuno como manifestación religiosa entre Israel y el Eterno, sino que fue en la cautividad babilónica cuando se instituyeron los cuatro ayunos que rememoraban las tragedias vividas por los judíos con la destrucción de la ciudad, del templo y la desintegración del reinado de David. También vimos que Ester pidió se ayunara por tres días antes de entrevistarse con el rey para interceder por su pueblo.
El segundo Isaías, quien vivió y profetizó por el mismo tiempo (la cautividad babilónica), hace ver que ayunar es más que no comer, que es cumplir los mandamientos relacionados con el prójimo, y especialmente los concernientes para que no haya necesitados en el pueblo. Veamos:
“¿No es más bien el ayuno que Yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir a los quebrantados, y que rompáis todo yugo?” (versículo 6). El profeta aquí se está refiriendo al mandato de que cuando un hebreo por deudas se vendía, al séptimo año se le debía dar libertad y proveerle para que pudiera reiniciar su vida ciudadana sin mayores problemas económicos; lamentablemente no estaba sucediendo.
“¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes albergues en casa; que cuando veas al desnudo lo cubras, ¿y no te escondas de tu hermano?” (versículo 7). En la Torah se dieron claras indicaciones para que no hubiera indigentes en el pueblo, y no lo estaban cumpliendo.
Antes el profeta ha dicho que ayunaban para contender y para herir (versículo 4), mejor es que no ayunen dice el Eterno. En todo caso, el verdadero ayuno es afligir el alma, humillarse y demostrar arrepentimiento (versículo 5).
Creo que los amantes y practicantes del ayuno en el día de hoy, debieran verse en el espejo que está presentando el profeta.
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